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MIGUEL HERNÁNDEZ. 28 DE MARZO

POR UN HUERTO DE BOCAS, / FUTURAS Y DORADAS, / RELUMBRARÁ MI SOMBRA.



PALABRAS PARA EL 27 DE MARZO DE 2021 EN EL ACTO DE LA INAUGURACIÓN  DE LA EXPOSICIÓN

Buenos días. Hoy es un día gozoso de primavera hernandiana. Es el tiempo en que las hijuelas de las palmeras, flores femeninas y masculinas, se están asomando en lo alto como un símbolo de esperanza, como una promesa de futura cosecha.

Se me ha invitado a decir unas palabras en este acto, en el corazón del Palmeral.  Todo un honor.

27 de marzo. Primavera. 79 aniversario de la muerte de Miguel Hernández. El encuentro del poeta con el Palmeral. Las tres heridas ante nosotros: la de vida, con la llegada de la primavera; la de la muerte, con la del poeta; la del amor, con el abrazo del escritor a las palmeras.

Una Exposición, El Palmeral de Orihuela a la luz de la poesía de Miguel Hernández, va a echar a andar. Acabamos de recorrerla, asistiendo al encuentro fecundo entre el monumento paisajístico y el legado literario.

 Hemos entrado en los 31 poemas de la muestra, uno por cada año de la vida de Miguel, las más de las veces poblados de palmeras. Hoy, víspera del Domingo de Ramos, acabamos de ver una octava real de Perito en lunas, que se llama Palmero y Domingo de Ramos, en la que el poeta nos convoca, «bajo un claustro de mañanas, / hasta el eterno abril de las persianas». Pues aquí estamos reunidos bajo el claustro de esta mañana, esperando abril.  

 Tres de los poemas por los que hemos pasado, de marcada vena huertana, y que se llaman “Después de haber cavado este barbecho”, “Por una senda van los hortelanos” y “El niño yuntero”, no tienen datileras plantadas en sus versos, pero fueron concebidos en primera instancia a la sombra de las estrellas de estas palmeras, y por eso figuran en la Exposición.

 Una Exposición basada en una Antología, ambas con el mismo nombre. En la Antología los poemas vienen precedidos por una Presentación de Dámaso Aparicio, concejal de Medio Ambiente; un Prólogo de Aitor Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández; y una Introducción, compuesta por el que les habla.  

 Agradezco la confianza que la Concejalía y la Fundación han puesto en mí para colaborar en ambos proyectos colectivos que hoy culminan.

           Antes de terminar mi parlamento quiero leer aquí un poema que publiqué hace medio siglo. Permítanme la osadía. Un poema que habla de Miguel Hernández y la palmera. Y para que se entienda la cosa, he de ambientarlo en el espacio y en el tiempo.

 Retrocedamos 50 años. Regresemos a 1971. 27 de marzo, sábado. Ese día terminaban las actividades de la Semana-Homenaje a Miguel Hernández celebrada por el Club Tháder. La primera semana hernandiana en Orihuela, impulsada por una asociación oriolana y dirigida y coordinada por oriolanos. En unos tiempos muy difíciles para la lírica. Durante estos días de marzo de 2021, José Ruiz Cases, “Sesca”, escritor y periodista, uno de los principales impulsores y coordinadores de aquel lejano Homenaje a nuestro poeta, lo ha contado magníficamente en varias entregas que ha colocado en su muro de Facebook. Y también ha contado que, en paralelo a la Semana-Homenaje, se publicó un BOLETÍN EXTRAORDINARIO ORIHUELA Homenaje a Miguel Hernández.

        En la portada del Boletín figura una fotografía de Miguel Hernández en París, en una escala de su viaje a la Unión Soviética, 1937, con su amplia sonrisa, posando ante el edificio del Panteón. Y junto a la imagen, un poema de Cancionero y romancero de ausencias, primo hermano del que figura en la Exposición bajo el nombre de “Ascensión de la escoba”, y que dice

Llevadme al cementerio / de los zapatos viejos.

Echadme a todas horas / la pluma de la escoba.

Sembradme con estatuas / de rígida mirada.

Por un huerto de bocas, / futuras y doradas, 

relumbrará mi sombra.

 Pues bien, en ese Boletín, que ha quedado para la memoria, figura mi poema en la última página, humilde aportación al esfuerzo colosal de los que hicieron posible aquel Homenaje. Sentía yo que con mi ligera contribución podía ayudar a hacer posible la profecía hernandiana: «Por un huerto de bocas, / futuras y doradas, / relumbrará mi sombra.»  

Mi poema, entre otros versos, dice:            

28 de marzo. / Recuerdo. / Se quebró una palmera.

Se quebró un esfuerzo de verticalidad.

El cohete que eras / estalló antes de tiempo.

Cada vez que llego a ti / siento una sensación de acabamiento inmaduro.

Una sensación angustiada de ocaso sangriento / terminado mucho antes

de que comenzara la noche. / Recuerdo. / 28 de marzo.


 Termino: Hoy, estos días, por este huerto, por todo el Palmeral, relumbra la luz de la poesía de Miguel Hernández, realzada por el fulgor centenario de las estrellas de las palmeras. Nosotros, nosotras, los que estamos aquí, los ciudadanos, las instituciones, somos los depositarios responsables del legado del Palmeral, del legado del poeta. Cuidemos, salvaguardemos ambos tesoros de nuestro acervo cultural. Así llegarán a las generaciones futuras, que son nuestra esperanza.

 


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