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RAMÓN DE CAMPOAMOR ENTRE ORIHUELA Y PILAR DE LA HORADADA




(A continuación, un fragmento del libro, pp. 75-77)

La víspera de la visita. Un cuestionario

    Una visita no es llegar solamente al sitio y escudriñarlo en toda su plenitud. Ver el interior de las edificaciones, el exterior, preguntar qué hacía el protagonista. Disfrutar del paisaje in situ, oír el canto de los pájaros, respirar el aire, rozar la piel de la luz de cada momento. Llenarse de la plenitud del sitio. Una visita es también, y en gran medida, su preparación. Una visita, como la vida, es el viaje previo a su realización definitiva. Como también una visita es la reflexión -a veces, la refracción, no nos engañemos- post visita .

El viajero se prepara con cuidado, a veces hasta con mimo y minuciosidad, las cuestiones biográficas, bibliográficas, topográficas, englobadas todas ellas en las literarias. El viajero quisiera hacer un viaje como los que hacía el vagamundos don Ciro Bayo, el que a su paso por Orihuela encontró una expendeduría de «guano católico», o como el que realizó por la Italia mussoliniana el oriolano Julián de Gades, o como los que se montaba el desvergonzado don Camilo José Cela, o en su defecto, como el que le organizó la televisión pública al añorado Labordeta, al que recuerdo en la gloria del patio de la Universidad Literaria de Orihuela. Pero el viajero actual sabe que sus aspiraciones deben ser mucho más modestas.

Coge un cuaderno de espiral. Comprado en un chino. Y la máquina fotográfica. Y se anota sus previsiones, sus expectativas, que nunca se cumplirán del todo. Una ruta literaria alrededor de nuestro escritor. Cinco nodos. Punto de Lectura. Dehesa de Campoamor. Pilar de la Horadada. Torrevieja. San Miguel de Salinas. Los desplazamientos internodales, en coche. Aunque lo deseable sería hacerlos con los medios de transporte carreteros, preferentemente en la popular tartana -o, si no puede ser, en un simple birlocho- que utilizaba el amo de finca. 

 En el Punto de Lectura, calle del Ciprés -al que el viajero quiere hacer una foto de cuerpo entero, pues debe tratarse de un ciprés monumental, en la línea del de Silos-, enterarse de todos los aspectos relacionados con la pasión y muerte de don Juan a abrazos y a besos apasionados de doña Julia en una cueva de la Dehesa, antro que debe radicar en las inmediaciones del Punto. Y saber, si es posible, del pesaje de las almas de los protagonistas del pequeño poema Don Juan en la balanza del Anubis cristiano, una vez muertos, en esta historia ocurrida sobre la vertical del lugar del «edén de Matamoros», el paraíso terrenal descubierto por el escritor.

 En la casa palacete y en el entorno inmediato de la Dehesa, preguntar por el ruiseñor de Matamoros, si siguen cantando los descendientes del que cantaba melodiosamente, durante una siesta, por mayo, a don Ramón y a sus invitados en el pequeño poema La música. Por cierto, ¿por qué no sale en esos versos doña Guillermina? ¿Estaría recogiendo en esos momentos conchas y caracolas en su playa particular? ¿Quizá estaba combatiendo la neurosis impresa en sus ojos verdes en Casa Guillermina, más cerca del mar? ¿Dónde estaba el tintero en que mojaba la pluma el escritor? ¿Era la tinta negra o azul? ¿Se acordaba don Ramón de la canción de comba que decía rítmicamente «Una, dos y tres; / pluma, tintero y papel; / para escribir a Manuel» cuando redacta “¡Quién supiera escribir”? ¿Saltaban a la comba las niñas del Pilar que vivían en la Dehesa en aquellos tiempos para fortalecer sus adorables piernas?

 En el Pilar de la Horadada preguntará por Teodora, por el granero de su casa -el lugar de los besos-, por su primo, por su marido, por el cura. Indagará sobre sus tres confesiones, tan conocidas por todo el pueblo gracias a la indiscreción de don Ramón. Y, también, tratará de saber sobre la linda pilareña a la que escribía cartas de amor el mismo cura a lo que parece. Inquirirá si todavía queda alguno de los libros de la biblioteca que formó el señor de la Dehesa, que momento sería de agruparlos en la Biblioteca, como ejemplo concreto de cohesión del municipio. Preguntará, de manera aleatoria, por sus calles y plazas, en la casa de la cultura-biblioteca-museo, en la oficina de turismo. Investigará sobre el marco paisajístico de Los buenos y los sabios, sobre el de La fe en las mujeres.


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