Instituto Laboral de Orihuela: 70 aniversario (II)
Un libro en los Jardines de Rocío
En la imprenta, el libro INSTITUTO LABORAL DE ORIHUELA. 24 ENSAYOS CRÓNICOS, edición conmemorativa con motivo del 70 aniversario de la fundación de dicha institución educativa.
Jueves, 21 de agosto de 2025. El móvil. Imprenta Minerva. Jose. La prueba impresa del libro está ya. Paso a recogerla. Gracias. Hasta luego. Son las nueve. Me voy. Desde Santa Pola. Coche y carretera. Por la costa. Montañas de la sal. Capilla de la Asunción. Toro de Osborne. Torre del Tamarit. La isla de La Marina. El Hondo. La inmensa palus de Avieno. Catral. Callosa. Redován. El Escorratel. Orihuela.
Desde que he salido
de Santa Pola por la llanura salobre tengo delante, en el horizonte, el mojón orográfico
de la sierra de Orihuela solapado por la esfinge de la sierra de Callosa y de Redován.
Llego a Orihuela. Aparco en las inmediaciones del IES Gabriel Miró, en el
entorno de calles dedicadas a profesores y profesoras que profesaron también en
el Laboral: José Guillén, Marcelino Abellán. Cerca de allí el jardín de Rocío,
dedicado a Rocío Caparrós. Y hago una ruta discreta, con muchas virtualidades
culturales y turísticas, con varios nodos: redonda de acceso al camino Viejo de
Callosa y la senda de Masquefa, jardines de Rocío, edificio de Motores del
JPAO, calle de profesora Marianela Caparrós, a la que aboca la portada de la
Universidad de Orihuela, sesgada, por la calle dedicada a Conchita Martínez
Marín. En este punto se me plantea una duda:
-o tiro por la calle de Conchita, rumor
imperceptible de la acequia Vieja de Almoradí bajo mis pies, llego a la ronda
de Santo Domingo, y contemplo a lo grande el vano de las Puertas bajo el Ángel
custodio, y el lateral, donde en el pasado carpinteaban los carpinteros músicos
de las Puertas, que manufacturaban como nadie la madera de las moreras taladas
en las lunas menguantes para hacer variados muebles y astiles de legones, y,
por la Ronda, hacia la Corredera,
-o me voy, casi derecho, hacia la Imprenta
Minerva, sin más reparandorias. Sigo hacia mi objetivo por una acera de la
calle de Marianela. Y llego a una calle, por nombre San Juan a la que, hace
años, intentaron poner el nombre de un Piniés y Togores, de una familia que
tiene su palacio neogótico, ladrillo cara vista, enfrente de la iglesia del
monasterio de las monjas de san Juan de la Penitencia, por done la casa natal
de Miguel Hernández. Tiro por allí. Hay un momento sublime, antes de llegar a la
Ronda de Santo Domingo: el skyline permite, vista a la derecha, ver el
seminario diocesano de San Miguel y, un poco más arriba, en paralelo a la curva
cimera de la sierra del castillo, se puede ver claramente la excelente reconstrucción
del castillo de Orihuela, que ha avanzado rampante hacia la torre homenaje que
luce gallardamente por todo lo alto, desde la que se puede mirar, vigía permanente,
a todos los pétalos de la rosa de los vientos.
Hacia la Corredera,
calle que de nombró de Joaquín Agrasot hace más de cien años. Miro la subida
del parking de Mercadona. Arriba hay una de las vistas más espectaculares sobre
el Castillo, el seminario, la cúpula y la torre de la iglesia del convento de
las monjas de San Juan de la Penitencia. No subo. Otro día. Llego a la boca de
la Corredera. Remonto unos números pares hacia el centro de la ciudad. Imprenta
Minerva.
En la Imprenta Minerva
recojo el libro prueba. Gracias. Camino de vuelta. Llego al monumento a Rocío.
Varias fotos. Incorporo al libro de matemáticas el libro conmemorativo. Es como
si mi profesora lo cogiera en sus manos. Se lo dedico. Más fotos a la luz cegadora del levante que
llega por encima de la huerta. Evoco las clases que nos impartió en el palacio
del Arneva. Evoco las conversaciones con ella, simples encuentros, por la calle
Mayor, puerta del Loreto de la catedral, por donde don Magín de Oleza acariciaba
las marcas de los sillares de los canteros que construyeron el templo. Un don
Magín como lo retrata Gabriel Miró en las novelas de Oleza. Quizá doña Rocío
tuviera un cierto aire de doña Corazón, uno de los personajes más luminosos de Oleza,
ciudad que fue el espejo de Orihuela en los ojos de Miró.
Termino mi pleitesía
ante el monumento a Rocío Caparrós, cerca del Edificio de Motores del JPAO. Me
voy, a mis espaldas el canto del mirlo titular de los Jardines de Rocío, con un
coro de píos de gorriones que parece que se extinguen -los píos y los
gorriones-.
Atención. El 27 de septiembre, sábado, los laborales de Orihuela nos reuniremos. Jornada intensa. Plaza de Ramón Sijé, a las 9:00 horas. Instituto del Palmeral: segunda sede del Laboral, a las 9:30. De turismo por Orihuela: Santo Domingo, la Catedral, a la 9:45. El Ayuntamiento, situado en el palacio del marqués de Arneva, primera sede del Laboral, a las 11:30. Auditorio de la Lonja de Frutas y Verduras: acto institucional con actividades varias, entre ellas la presentación del libro conmemorativo, a la 12:15. Comida fraternal, a las 14:30, en el Hotel Tudemir, que fue sede, durante bastantes años, de la Biblioteca Estatal de Orihuela.
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