El poeta, en su ansia de amor físico, se transforma en barro torrencial a los pies de la amada, esperando que le corresponda.
Como un nocturno buey de agua y barbecho
que quiere ser criatura idolatrada,
embisto a tus zapatos y sus alrededores,
y hecho de alfombras y de besos hechos
tu talón que me injuria beso y siembro de flores.
Coloco relicarios de mi especie
a tu talón mordiente, a tu pisada,
y siempre a tu pisada me adelanto
para que tu impasible pie desprecie
todo el amor que hacia tu pie levanto.
(Continuará)
Comentarios
Publicar un comentario